El mal de África

Nunca había oído hablar de ello hasta que llegué a Tanzania: El mal de África.

Otro voluntario que conocí en Mama Kevina me lo contó pero lo dejé ahí aparcado. De hecho no lo entendía mucho e incluso me parecía exagerado y diréis ¿de qué está hablando?

Es una especie de nostalgia, tristeza que se desencadena después de haber conocido o puesto un pie en el continente africano.

Es cierto que depende de la persona y con el tiempo se puede pasar. Pero cada vez que pongo un pie en España tengo esa sensación de nostalgia y añoranza hacia mi tierra roja y por ende hacia todos mis niños que llenan mi corazón.

De todas las personas con las que me he cruzado en esta aventura, os aseguro, que no hay ninguna que me haya dicho que no va a volver aquí. Todo lo contrario ya lo tienen planeado y yo aquí les espero con los brazos abiertos. Porque una vez que vienes sabes que volverás…

Es un mal que toca lo más profundo de tus sentimientos ¿Y por qué? No es el lugar, es su gente. Es una forma de vivir diferente, yo siempre digo que es la cultura del agradecimiento (son agradecidos a niveles máximos), como saber disfrutar de las cosas pequeñas y ser felices sin centrar su vida en tangibles (recuerdo un día que le llevamos unas magdalenas a un comedor social en Arusha y parecía que les habíamos regalado Play Stations), su manera de celebrar: para ellos cada día en la vida es una fiesta por la que dan las gracias…

Son alucinantes, a mi cada vez que me preguntan porque me gusta Tanzania siempre doy la misma respuesta:
“los lugares los forman las personas».

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